A mediados del siglo XVI en épocas de la colonia en México,
vivió María de Ávila, una mujer bonita y joven, de buena posición social, con
una fortuna considerable. Ella se enamoró de un humilde mestizo de apellido
Arrutia quién solo quería casarse con ella para conseguir riqueza y linaje que
le ayudarían a satisfacer sus ambiciones personales.
Conociendo estas intensiones Gil y Alfonso, los hermanos de
Doña María, se opusieron al romance, haciendo lo posible por separarlos Alfonso
le prohibió a Arrutia verla pero el mestizo se negó, entonces fue que pensando
en la avaricia de este joven los hermanos decidieron darle mucho dinero con la
condición de que se fuera a vivir lejos de la ciudad. El hombre aceptó de
inmediato sin molestarse en despedirse de su enamorada.
Después de dos años Doña María seguía en depresión, tras tal
evento sus hermanos acordaron enclaustrarla en el Antiguo Convento de la
Concepción.
Allí siguió deprimida por el mestizo, su gran amor y rezaba
por él. Una noche de angustia en la cual no soportó más la falta de Arrutia ,
se ahorcó en un árbol de duraznos en el patio del convento. Ella fue enterrada
en el cementerio del lugar.
Un mes después, el fantasma de la ahorcada María acostumbró
a aparecerse todas las noches reflejándose en las aguas de la fuente del
convento cuando alguna novicia o monja se veía el rostro.
Las madres superiores prohibieron la salida de las monjas a
la huerta después de la puesta del sol.
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